lunes, 9 de julio de 2012

Apuntes Ética de la Empresa Etica Profesional y Deontologica Tema 2

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MÓDULO 2. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DE LA EMPRESA

1. ÉTICA PERSONAL Y ÉTICA SOCIAL (La diferencia entre las dos éticas; pg. 42.)
¿Tiene sentido hablar de un sujeto ético colectivo? Estamos habituados a concebir la ética como una dimensión de la persona, puesto que sólo la persona puede poner verdaderamente en juego la libertad y la responsabilidad, ingredientes indispensables de la ética.
La ética por excelencia es la ética personal. En sentido estricto es una cualidad solo aplicable a personas porque sólo ellas son capaces de actuar libre y responsablemente. Pero hay aspectos de la ética que se fijan en dimensiones más allá del comportamiento individual y sus efectos directos y que se podrían encuadrar dentro  de la dimensión social de la ética. Una primera aproximación[1]:
Mientras que la ética personal tiene por objeto y contenido la acción que ejerce el sujeto sobre sí mismo para establecer un orden en la vida personal, en armonía sobre un conjunto organizado de valores, la ética social tendrá por objeto la reflexión crítica sobre las estructuras sociales existentes, y la acción colectiva en pro de la reforma de las estructuras o de su sustitución por otras nuevas, siempre bajo el horizonte de una cuestión ética fundamental: qué tipo de hombre queremos formar, qué tipo de sociedad queremos construir. (MEHL 1967, 14).
Lo que aquí llama ética personal se centra en la acción personal, caracterizada porque el sujeto actúa sobre sí mismo y realiza unos determinados valores por los que ha optado. Mientras que la ética social se caracteriza por la desaparición de la conexión inmediata entre opción y acción: la opción por unos valores normalmente no puede traducirse en una conducta operativa que los haga realidad. Sin embargo, esa opción sigue siendo válida porque permite llegar a un juicio ético sobre dicha realidad: en efecto, aunque no esté en nuestras manos adecuarla a nuestros valores, tampoco se la puede considerar como inamovible y definitiva.
Cuando una persona hace un juicio sobre una realidad social está poniendo en juego sus propias convicciones (éticas) personales, sus tomas de posición refuerzan estas convicciones e incluso le inducirán a actuar personalmente en una cierta dirección. Por otra parte esta dimensión social presupone el reconocimiento de la existencia de las estructuras sociales como algo que no es controlado ni depende solo de la voluntad del sujeto que quiere obrar éticamente.
La realidad de las estructuras sociales tiene gran interés para la ética, y para la vida en general,  en dos sentidos: por las posibilidades de modificarlas y por su incidencia sobre los comportamientos individuales. Surgen aquí las complejas relaciones entre persona y sociedad.
Todavía es posible matizar más la contraposición entre lo personal y lo social. En cualquier grupo (formal o informal) siempre habrá responsabilidades compartidas e incluso colectivas, pero siempre subsistirá la responsabilidad de las personas individuales, que pueden contribuir a que el grupo cumpla su función, o erigirse en un obstáculo a ello.
Por consiguiente, podría hablarse no solo de dos dimensiones sino de tres: la dimensión personal (siempre presente porque siempre son personas, solas o agrupadas), la dimensión institucional (abarca los niveles intermedios donde la persona asume las funciones que le corresponden en la organización), y la dimensión social (repercusión del modo de ser personal en la convivencia social y en las estructuras de la sociedad). La ética moderna busca el equilibrio entre sus diferentes dimensiones.
2. CUATRO PRINCIPIOS (los cuatro principios para llegar a un equilibrio entre las tres dimensiones de la ética, en pg. 45.)
         i.            La dimensión personal es la base irrenunciable de toda moral: ella es la que le da el verdadero sentido. No hay comportamiento moral si falta la persona que juzga y opta en función de sus convicciones morales (compartidas con otros pero personalmente asimiladas).
       ii.            Pero la autonomía de acción de la persona no es total. Todo sujeto humano está condicionado por su historia, por su psicología y por los grupos sociales a que pertenece y la sociedad en que se encuentra inserto.
      iii.            La dependencia entre sujeto humano y estructuras sociales no es unidireccional, sino recíproca. Si la persona depende, aunque no totalmente, de las estructuras, también éstas están condicionadas en parte por las personas, especialmente cuando éstas actúan asociadas. Cabe hablar, por tanto, también de ética al referirse a la acción colectiva sobre las estructuras de la sociedad (ya sea para transformarlas, ya para conservarlas).
     iv.            Tanto la acción del individuo sobre su propia existencia como la que tiene por objeto las estructuras de la sociedad estará orientada por un sistema de valores determinado. Esos valores son los que hacen posible el juicio moral y las opciones concretas de acción.
3. ÉTICA Y ESCASEZ DE RECURSOS (la relación entre ambas; pg. 46.)
Por actividad económica se entiende el empleo racional de unos recursos que son escasos, con vistas a satisfacer necesidades humanas. Dos elementos a destacar: la cuestión de la satisfacción de necesidades y que esta satisfacción queda sometida a condiciones de escasez.
Hablar de escasez supone siempre la necesidad de optar. Nos vemos obligados a elegir en función de unas prioridades o valores personales, más o menos explicados, pero que orientan nuestra decisión de aplicar los recursos en una situación de escasez. La reflexión ética debe ayudar, en primer lugar, a explicar en función de qué valores actuamos –de una forma quizás inconsciente y precipitada- en un determinado sentido o en otro.
Esto debe aplicarse también a los comportamientos colectivos, ya que también la sociedad dispone de recursos que son escasos y tiene que determinar a qué los dedica. Aunque el proceso decisional es más complejo, no deja de comportar una opción. ¿Cómo se toma esta decisión? Pueden hacerlo los gobernante, legitimados para ello, (ej. Debate anual sobre los presupuestos del Estado), pero siempre habrá un influjo de la sociedad a través del debate abierto o de la opinión pública. Se trata de una verdadera decisión.
4. ÉTICA Y SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES (la relación entre ambas; pg. 47.)
La relación entre actividad económica y satisfacción de necesidades humanas es una relación de medio a fin: la actividad económica tiene por finalidad satisfacer las necesidades.
Componente ético del proceso de producción: el principio de subordinación de la actividad económica a las necesidades reales. Parece que en la realidad que nos rodea se invierte la relación y son las necesidades de producir las que condicionan y hasta inducen las necesidades a los ciudadanos.
Componente ético del proceso de distribución: En el proceso de producción, donde se transforman unos recursos, se obtienen bienes físicos (ó servicios) y un valor económico o añadido (diferencia entre precio del producto a transformar y precio del producto final transformado). La distribución de este valor económico es algo inherente al proceso de producción. Los que han participado (con sus recursos: trabajo o capital) en la producción del valor son los que se benefician luego de él, a través de los salarios que perciben por su trabajo o de la retribución que obtienen por la prestación de su capital. Este valor añadido, en la medida en que vuelve a los ciudadanos por el proceso de distribución, permite a éstos adquirir esos bienes y servicios para cubrir sus necesidades.
Pero, ¿con qué criterios se realiza dicha distribución? Se trata de una cuestión de ética social. Generalmente, el origen de este conflicto suele ser las aspiraciones de las partes implicadas.
5. COMPETENCIA PERFECTA Y REALIDAD (la principal consecuencia de la distancia entre el ideal de la competencia perfecta  y la realidad. Los dos ejemplos. Pg. 52 y 53.)
La principal consecuencia es que la libertad no queda igualmente garantizada para todos. Si la libertad supone acceso a la información y capacidad para elegir con las menores restricciones posibles, ésta no se da del mismo modo para todos. Por eso se dice que el mercado es más eficiente para la producción que para la distribución de la renta producida. Porque, para que funcionase adecuadamente, exigiría una libertad igual para todos: y, en la medida en que esta igualdad no existe, el mercado beneficia a quien goza de una libertad efectiva mayor.
-       Ejemplo 1: en el mercado laboral, el exceso de oferta sobre la demanda de mano de obra en estas últimas décadas está presionando a la baja los salarios y otras condiciones de trabajo. El trabajador siempre será libre para firmar o rechazar un contrato de trabajo, pero le forzarán a hacerlo motivos económicos o psicológicos, que hacen ineludible para él encontrar trabajo.
El que contrata sabe que ante una oferta tan abundante siempre habrá alguien dispuesto a admitir condiciones más bajas. La libertad del empleador es superior a la del trabajador: y esta diferencia redundará en un deterioro de las condiciones de trabajo. La experiencia reciente confirma con los hechos la lógica de este razonamiento.
-       Ejemplo 2: en los mercados internacionales de materias primas, los países industrializados y las grandes empresas radicadas en ellos tienen ventajas frente a los países del Sur. La dependencia que se da en estos últimos por la escasa diversificación de sus exportaciones (y por el frecuente carácter estacional de éstas) restringe considerablemente sus márgenes de libertad y de negociación. También la historia de las relaciones Norte-Sur y el deterioro constante de los niveles de renta en los países más retrasados respecto a los más ricos confirma que la renta mundial se distribuye perjudicando siempre a los que gozan de menos libertad en el mercado.
Conclusión: es preciso introducir elementos correctores de la dinámica del mercado, para paliar los efectos negativos y discriminatorios que se siguen de su libre funcionamiento. Aquí se plantea toda la discusión sobre la intervención del Estado en la marcha de la actividad económica. El mercado no se puede eliminar porque genera información insustituible. Pero el Estado y las autoridades públicas en general, podrán intervenir para garantizar y mejorar esas funciones que el mercado en principio desempeña bien; y tendrá que intervenir, sobre todo, para contrarrestar los perjuicios que se siguen en la propia dinámica del mercado, especialmente en relación con la distribución de la renta producida.
6. LA DEMANDA SOLVENTE (el problema que plantea; pg. 54 y sig.)
Hay casos en que ni siquiera el mercado ideal cumple convenientemente su función de asignación eficaz de recursos. Los más significativos son: la demanda solvente y los bienes públicos.
Para que el productor responda a la demanda es imprescindible que esta vaya acompañada de capacidad adquisitiva: demanda solvente (necesidad acompañada de capacidad de pago). El mercado no sabe de urgencias ni importancias de necesidades, reacciona sólo si existe un consumidor dispuesto a pagar. Con esto, eliminamos de la actividad económica a todos aquellos que no tienen recursos para adquirir los bienes y servicios que, de hecho, necesitan.
Históricamente la beneficencia ha venido a llenar ese vacío del mercado: sale al encuentro de las necesidades de aquel que no tiene recursos para hacerles frente por sí mismo. Pero la beneficencia rompe la lógica del mercado, porque se practica sin pedir nada a cambio. ¿No se encierra ahí el reconocimiento implícito de que la satisfacción de las necesidades humanas no se puede dejar totalmente al mercado? La lógica del mercado debe ser complementada desde la sociedad (con la solidaridad y la capacidad de compartir: ej. la limosna) y/o desde el Estado.
7. LOS BIENES PÚBLICOS (el problema que plantea; pg. 55.)
En este caso el mercado, suponiendo que asigne bien los recursos, no responde a la demanda del consumidor: para el productor no es motivo la demanda que no va acompañada de capacidad de pago. Hay bienes que, aunque necesarios, ningún particular está dispuesto a pagarlos porque no son apropiables en exclusiva: bienes públicos. Cuando un ciudadano paga por adquirir algo que necesita, lo hace sobre el supuesto de que el pago le da derecho a poseerlo en exclusiva, es decir, a excluir de su uso a cualquier otra persona. Pero esto no ocurre con todos los bienes. (ej. Cuando los ciudadanos se quejan por la contaminación producida por la aglomeración de viviendas, humos, etc, están denunciando una de las mayores limitaciones del mercado. El aire que respiramos no es privatizable, nadie puede comprarlo para consumirlo en exclusiva, por eso nadie está dispuesto a producirlo o garantizar la pureza del mismo).
¿Cómo suplir entonces esta otra ineficiencia del mercado? Habría que empezar hablando de una concientización social. Pero no siempre bastará un esfuerzo de toma de conciencia por parte de los ciudadanos o de los productores y consumidores: será preciso además que la sociedad se organice para que no se favorezca la conducta de los menos éticos en este campo. Y eso solo lo pueden hacer los poderes públicos, dictando reglamentaciones que preservan el medio ambiente e imponiendo multas a los infractores.
*(Lo siguiente no se pide explícitamente, pero puede ser útil)
Este supuesto de los bienes público es un caso particular de una situación más amplia: el mercado no asigna bien siempre que hay divergencia entre costos y/o beneficios privados (que son los que invierten en el mercado) y costos y/o beneficios sociales (ej. En el comercio de drogas el beneficio privado es mayor que el beneficio social, en la educación el beneficio privado es menor que el beneficio social). En tales situaciones se impone introducir elementos correctores para que el consumidor o productor se acerque más a lo que se esperaría de ellos si valoraran mejor los beneficios o los costes sociales de su conducta.
Conclusión: es preciso complementar el funcionamiento del mercado introduciendo elementos que actúan con una lógica diferente.
Limitaciones del mercado: por una parte los procesos de distribución no han sido capaces de dotar a todos los ciudadanos de la solvencia precisa, por lo que muchos quedan excluidos total o parcialmente del mercado. Por otra parte, la presión demográfica y las aglomeraciones urbanas, unidas al desenfreno del lucro privado, han convertido en escasos bienes que antes podían ser considerados como libres (ej. el agua, la tierra).



[1] Copio literal del texto el párrafo completo ya que me parece una buena primera definición. Está extraído directamente de algún otro texto.

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